Calendario Romano

domingo, 21 de agosto de 2011

Castra Fulvia 2764 a.u.c.

Un año más, la Legio Nona decidió establecer su castra sobre la Gran Atalaya de Renieblas. Allí, donde ya Catón o Nobilior sufrieran junto con sus tropas los rigores de un clima extremo, y la constante amenaza de un correoso enemigo.

Fruto de la experiencia de años anteriores, la mula se cargó ya el jueves, -con la ayuda del Prefecto Castrorum “Druso”, a quien echamos mucho de menos al no poder acompañarnos-, y salió hacia Renieblas el viernes por la mañana. Otros años se acababa montado el castra de noche, error que esta vez la legio Nona no volvería a cometer.

En Renieblas, la avanzadilla compuesta por Octavianus Iunior, Nigrinus, Graco y Firmus decidió reponer fuerzas antes de marchar hacia el punto elegido para montar el castra, no muy lejos del Praetorio de Nobilior. Una vez allí, procedieron a comprobar el estado de los distintos campamentos romanos, guiados por el veterano Octavianus quien parece conocerse la zona mejor que el salón de su casa. Finalmente, y a pesar de escaneo minucioso de cada centímetro cuadrado por parte de Graco, no pudieron encontrar ningún objeto interesante de los mílites de épocas anteriores, salvo la piedra partida de un molino de mano.

Con la llegada de los legionarios Cantaber, Atellus y Arrio, se procedió a determinar la ubicación exacta del castra, que este año se trasladaría unos 50 metros más al sur, en una zona algo más amplia y despejada, con una leve inclinación del terreno y plagada de pequeñas piedras, cardos y hormigueros (que no falte de nada…).Con el montaje de tiendas, daría comienzo la competición por contubernios. La destreza y rapidez mostrada por el Contubernium Primum le dio la victoria en esta primera disciplina, pero esto sólo acababa de empezar…

Finalmente, se incorporaron los demás milites, junto con el autoproclamado tribuno “Aulo”, aunque no había rastro del centurión “Arcarius”, quien obligado a atender asuntos en Barcino no pudo confirmar su llegada al castra esa noche. Algunos milites ya disfrutaban con la idea de la ausencia de mando durante aquellos días y la posibilidad de poder intimar libremente con la población femenina de las canabae, pero finalmente el centurión apareció puntualmente para la marcha del sábado hacia Numantia.

Ya casi de noche, se terminó de montar la torre por parte del contubernium primum, compuesto por Octanianus Iunior, Nigrinus, Cantaber, Arrio, Aulo y Felix. Estaba claro que el tiempo no era el factor determinante para ellos. Parecían estar más centrados en la precisión del ensamblaje. Así, tras casi 2 horas, pudieron presumir de una torre bien asentada, impecable, desde la que estaban seguros se avistaría a cualquier enemigo a kilómetros de distancia…Mientras tanto, el contubernium secundum, con Atellus, Toletanus, Graco, Carpetanus, Ceiudus y Firmus terminaba por colocar las estacas, despejar de piedras la vía principalis, etc.

El optio Octavianus Iunior tomó el mando de la Legio aquella noche y distribuyó las guardias. El tiempo se mediría mediante el encendido de velas, previamente cortadas con la precisión de un reloj helvético por parte de Cantaber (este año ni siquiera intentó que los milites tomaran como referencia el movimiento de las estrellas. Por otra parte, ¿cómo iban a ser capaces, si ni siquiera pudieron aprenderse una canción legionaria en todo el fin de semana?). La noche discurrió tranquila, con el único sobresalto del berreo de un corzo numantino al este del castra, y al que Carpetanus, sin no fuese por su sentido de la disciplina, a buen seguro hubiese intentado dar caza.

El sábado fue el día más intenso de todos. Los milites desayunaron sus gachas de trigo y se prepararon para la marcha, que comenzó puntualmente a las 7 de la mañana, ya con el centurión Arcarius al mando. Aulo, con viejas heridas de guerra que le impedían forzar sus tobillos, llevó la mula hasta Numantia y supervisó la toma de las murallas. El recorrido, de unos 9 kilómetros de longitud, se realizó esta vez por un trazado ligeramente distinto, y del que los mandos trataban de convencer a los milites que era más corto, pero que no dio precisamente esa sensación. Pero, como exclamaba más de uno: ¡podría ser peor, podría llover!

El grupo aguantó bien, se notaba que estaban entrenados y mentalizados, y que no llevaban furca. Mención especial para Arrio quien, con los talones de Aquiles en carne viva, no se quejaría ni una sola vez y aguantó hasta el final. Finalmente, el grupo se presentó ante las murallas numantinas para el asalto definitivo. El centurión situó a los milites formando una línea a unos 50 metros frente a la muralla, dio la orden de paso rápido, primero, y de “cursu minate”, después. Los legionarios de la Nona, conscientes de que competían por la corona muralis, lo dieron todo. Finalmente, la fortuna sonrió a Firmus quien desenvainó su espada en lo alto de la torre, en señal de la victoria de Roma frente a Numantia.

Casi tan rápido como habían llegado, los milites de la Nona abandonaron Numantia para evitar problemas con las autoridades por cuestiones burocráticas del siglo XXI. Al fin y al cabo estaban allí con un permiso para hacer una sesión fotográfica y no para tomar las murallas del yacimiento al asalto… Finalmente, tras un breve descanso a los pies de Numantia, la mula trasladó de vuelta al castra a los legionarios, quienes se sintieron como “espaldas mojadas” cruzando el estrecho, en total oscuridad y sufriendo el estilo de conducción poco suave del tribuno.

Una vez de vuelta en el castra, el centurión permitió a los milites comer algo y descansar a la sombra de las encinas. La brisa que se levantó aquella tarde hizo las delicias de los cansados miembros del la Nona, que necesitaban reponer fuerzas para las intensas actividades vespertinas que les aguardaban. Así, el centurión, ayudado por sus optios, distribuyó tareas a todos los milites. Algunos tuvieron suerte y pudieron gozar de un “permiso” que, sin embargo, no supieron aprovechar…Otros se encargarían de patrullar los caminos de acceso a los distintos castrae de la zona, de visitar al mismísimo Nobilior, de soportar el intenso sol haciendo guardia en lo alto de la torre del castra o bien tuvieron el honor de limpiarle al centurión sus botas a cambio de algunos favores para su contubernio…En cualquier caso, se respiraba “castra romano” por los cuatro costados, y todos sabían que se estaban jugando su reputación y la de sus respectivos contubernios, y que todo quedaría reflejado en sus hojas de servicio!

Una vez concluidas las tareas asignadas, los milites fueron llamados a entrenar en la zona designada como “campus martius castrae”, algo pedregosa, pero bastante amplia. La Nona practicó las distintas formaciones y rutinas que se incluyen en el manual militar. Los milites participaron con gran entrega y el resultado fue valorado muy positivamente por todos. Al final del entrenamiento, los contubernios se enfrentaron entre sí, mostrándose algo superior el contubernium primum, que aún se veía con posibilidades de alzarse con la victoria global.

Sin duda, los soldados se habían merecido un tiempo de diversión y esparcimiento fuera del castra. Así, decidieron presenciar unos combates de gladiadores y apostar allí su bien ganado salario. Toletanus, Aulus y Felix dejaron su sangre sobre la arena mientras los milites les animaban, ya con la noche cayendo sobre Renieblas. ¡Nadie podía sospechar lo que les depararía aquella noche!

Las órdenes eran claras: ¡no se prescindiría, como algún otro año, de las guardias durante la segunda noche! La situación estaba controlada y la actividad del enemigo era casi inexistente (Numantia había sido tomada), pero no por ello el castra debía convertirse en el Hotel Renieblas. ¡Debía mantenerse la disciplina y rigor propios de la Nona! De esta forma, Atellus y Graco, compañeros de guardia, provistos de sus escudos y rudis, trataban de vencer al sueño mientras sus compañeros roncaban, unos mas que otros, soñando con su vuelta triunfante a su querida Etruria. De repente escucharon unos ruidos cerca de los carros, en dirección al pretorio de Nobilior. ¿Qué era aquello? ¿Eran pasos de algún animal? ¿Había osado alguien subir hasta el castra? ¿Con qué intenciones? Las caras de los guardias se tornaron pálidas como la luna llena que presidía aquella noche. No era posible –pensaron-, nunca habían recibido visita, no había motivos para esperar a nadie. Esta vez se escuchó mucho más claro. ¡Efectivamente eran enemigos y estaban rodeando el castra! Atellus dio la voz (más bien el silbido) de alarma, pero el efecto sorpresa de los atacantes celtiberos fue determinante. Consiguieron saltar la empalizada y penetrar en varias tiendas, daga en mano. Por todas partes se escuchaba la misma palabra: “¡muerto!”. Ocho asaltantes, entre los que se incluían varias mujeres, tomaron el castra en un abrir y cerrar de ojos. Una auténtica cura de humildad para la Nona.

Los asaltantes eran amigos de Nigrinus que residían en Soria y que no lo dudaron en cuanto les propusieron ir a matar romanos. La verdad es que el asalto nocturno será recordado por mucho tiempo y, en este sentido, la Nona agradeció a los “amables” celtíberos su iniciativa. Lo que está claro es que, a partir de ahora, siempre existirá la duda de si las noches del castra fulvia serán tranquilas.

El domingo, la Nona amaneció algo tarde. Ya eran casi las 7.30 cuando el último se puso en pie. Era un día desapacible, nublado y con un viento frío para aquella época del año. El centurión decidió prescindir del entrenamiento matutino y ordenó la entrega de condecoraciones. Finalmente el contubernium secundum obtuvo el disco plateado, el torque de oro al legionario más completo fue concedido a Toletanus (si no llega a ser por construir un acueducto no lo hubiese conseguido…) y el torques de plata fue para Nigrinus, quien se hizo rico apostando en las luchas de gladiadores. Firmus obtuvo la corona muralis (esa que se había quedado en el almacén…) y Felix se llevó una merecida ovatio en su estreno con la Nona. A continuación, los milites desmontaron el castra, y una vez la mula se hubo cargado, los licenciados miembros de la Nona recorrieron los campamentos hallados por Schulten guiados por Octavianus Iunior.

Conclusión: esta edición del Castra Fulvia será recordada como una de las más completas y divertidas. La planificación de actividades por parte de Octavianus Iunior, unido a la protocolización de las mismas en tablillas de madera, merece una ovatio muy especial. El centurión Arcarius hizo gala, como siempre, de un mando firme pero justo, y en general todos los milites dieron lo mejor de si mismos. Ha sido un placer compartir estos días con vosotros, en el evento quizás más especial de todos. ¡Hasta el año próximo! Numantia delenda est

NONA VICTRIX

martes, 21 de junio de 2011

¿Qué es Hispania Romana?

ESTUDIO, DIVULGACIÓN Y DIFUSIÓN DE LA CULTURA ROMANA.

Nuestro interés reside en estudiar su cultura, lengua y costumbres. Mediante la reconstrucción queremos lograr la divulgación de los conocimientos y buscar con ello la preservación de este legado.
También es nuestro deseo que la Asociación sea un espacio común para que los miembros de la misma compartan sus aficiones, y puedan hallar en ella satisfacción a su interés común.

Entre sus principales actividades destacan la investigación y recreación de la vida militar (equipamiento, vida legionaria, adiestramiento de las legiones, marchas legionarias experimentales, técnicas de lucha…), la vida civil (vestimenta y adorno de cada clase social, actividades cotidianas, comidas, ceremonias religiosas…), gladiatura, agrimensura (estudio y recreación de instrumentos de ingeniería romana), medicina (investigación y reproducción de instrumentos médicos, operaciones quirúrgicas etc).

Nuestro objetivo es el estudio y la divulgación de la cultura de la Historia de la Antigua Roma por medio de demostraciones, exposiciones y conferencias, así como la preservación del patrimonio histórico, realizando actividades de recreación histórica y de divulgación tales como demostraciones, talleres y charlas.
La recreación histórica, permite revivir aspectos específicos de la vida romana; experimentamos como era la vida de aquellos hombres y mujeres que sentaron las bases de lo que hoy es nuestra cultura. Por ello, la recreación histórica es un excelente vehículo de divulgación.

En nuestra Asociación, el proyecto LEGIO·VIIII·HISPANA se enfoca en reconstruir, con la mayor fidelidad posible, las actividades cotidianas que realizarían los miembros de una unidad del ejército romano tanto en campaña como en el campo de batalla, así como durante su entrenamiento y en otras tareas como la construcción de infraestructuras (Calzadas, Puentes, Acueductos, etc).
El proyecto “Nona Victrix” tiene como objetivo complementar el material de exhibición de la Legio, mediante la adquisición de materiales tales como maquinaria de asedio (Poliorcética) y herramientas de trabajo en el campamento.

La Asociación HR cuenta con una revista dedicada al mundo antiguo, Stilus, en el que podrás encontrar un sin fín de artículos de índole varia hecho por importantes historiadores o arqueólogos como Fernando Quesada o escritores como Simon Scarrow. También escriben otros aficionados y amantes de la historia.

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